domingo, 18 de agosto de 2019

El pretil de San Lázaro, la gran pared que mira al Ebro





Bajo el titular se desarrolla el siguiente artículo aparecido el 18 de agosto en el Heraldo.es 

"Las riberas del Ebro son pistas para corredores y camino de paseantes, además de lugar de recreo para mascotas y sus dueños. Desgraciadamente, en muchas ocasiones también es lienzo para vándalos. El curso del río a su paso por Zaragoza traza un recorrido por edificios y otros elementos históricos. Por ejemplo: puentes, lonjas, torreones, conventos o pretiles, como el de San Lázaro, junto al Puente de Piedra.

 A diferencia de su medieval vecino, este pretil no es protagonista de fotografías turísticas ni tampoco acapara las miradas de muchos paseantes. Al contrario, destaca por su sobriedad. Característica que le da la homogeneidad con la que están dispuestos los sillares de piedra. ¿Cuándo se construyó? El original fue levantado en un verano, el de 1789.

Así que los zaragozanos de hace 230 años tal vez no viajaban a Salou, pero sufrían obras en la ciudad cada época estival. Una costumbre que parece no entender de décadas ni tampoco de siglos. La construcción del pretil de San Lázaro tuvo una duración de medio año, seis meses de obras que concluyeron en la Nochebuena de ese mismo año.

Según la RAE, un pretil es “un murete o vallado de piedra u otra materia que se pone en los puentes y en otros lugares para preservar de caídas”. Según fuentes documentales, el de San Lázaro se construyó con ese fin y con el cometido de prevenir inundaciones en esa parte de la ciudad durante las posibles avenidas del río. Proteger el puente y el cercano camino real también era su meta, tal y como se lee en su ficha municipal. La proximidad a importantes conjuntos, como la iglesia de Altabás o el antiguo Convento de San Lázaro (que da nombre al pretil), pudieron impulsar su edificación.


La rotunda funcionalidad le restó vistosidad. Pese a su discreta apariencia, es Bien de Interés Cultural (BIC) desde 2002, una denominación que le otorgaron al mismo tiempo que al Puente de Piedra. En el texto oficial de su catalogación se manifiesta que lo que se conserva es "la obra del siglo XVIII y las restauraciones posteriores". De aquí se desgrana que este pretil ha experimentado numerosas reformas, como la actuación de 1910 que lo dejó tal y como se observa en la actualidad. Si se revisan fotografías y postales antiguas se descubre que en un principio era un terraplén, desde la entrada del barrio Arrabal hasta el agua. Por esta razón, la construcción de la alta pared pudo ser fruto de la intervención acometida a principios del siglo XIX.

Este de la margen izquierda no fue el primero. El de la orilla de enfrente ya se había rematado una década antes con la maestría de los arquitectos Pedro del Mazo y Juan Ortiz de Lastra, entre la Basílica del Pilar y el Puente de Piedra. Según Patrimonio del Gobierno de Aragón, el de San Lázaro fue trazado por Agustín Sanz. Este zaragozano era el arquitecto de confianza de familias nobiliarias, tal y como se referencia en la Gran Enciclopedia Aragonesa. Los duques de Híjar o los condes de Aranda eran algunos de sus fieles clientes. Diseñó posadas, como la de Ateca o Borja, además de varias iglesias en la zona del Bajo Martín. Según el informe histórico artístico del Ayuntamiento de Zaragoza, en la actuación del pretil de San Lázaro también trabajó el cantero Antonio Ribes.


“Ni la antigüedad de la última reforma ni su forma de construcción lo han desnaturalizado”, se publicó hace más de una década en las páginas de HERALDO. Por ello, se puede considerar que este pretil es un buen ejemplo de patrimonio adaptado y bien conservado".

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