martes, 24 de diciembre de 2013

¿Que hay en el pozo de San Lázaro?

Noticia aparecida en el Heraldo de Aragón de 20 de octubre de 1975:

"El tenebroso pozo de San Lázaro, ese lugar misterioso del río Ebro a su paso por el puente de Piedra, ha dejado de serlo un tanto. El pasado domingo, unos hombres zaragozanos descendieron a sus profundidades y colocaron en el fondo una imagen de Nuestra Señora del Pilar. Desde ahora la imagen de la santa patrona estará presente en uno de los lugares
más legendarios y siniestros de nuestra historia ciudadana.

Tres hombres de CADAS (Club Aragonés de Actividades Subacuáticas) fueron los que se sumergieron en las entrañas del pozo. Hablamos con uno de ellos, José Miguel Buera. El fue quien realizó la operación final. En la conversación también está presente Manuel de la Figuera, presidente del CADAS, y asimismo conocedor del pozo, pues anteriormente realizó una inmersión previa.

-¿Cómo nació esta iniciativa?
-De la manera más sencilla. Se nos ocurrió a Benito Podero, a Alberto Marquet y a mí, es decir, los que el domingo nos sumergimos. Lo expusimos en la federación y el 28 de agosto constaba en acta en el orden del día. Hacía tiempo que queríamos poner una imagen de la Virgen en el sitio al que vamos más a menudo, en Ametlla de Mar, y esos lugares
del Mediterráneo. También hacía tiempo que nos rondaba la idea de descender al pozo de San Lázaro. Por asociación de ideas el resultado fue simple.

-¿Qué se han propuesto con ello?
-Demostrar que el pozo de San Lázaro no es un lugar tan macabro como se cree y desterrar un poco su leyenda.

-¿Fueron necesarios muchos preparativos previos?
-Sí, anteriormente tuvimos que hacer una inmersión previa para ver si era realizable la idea. Las operaciones fueron muy lentas y bajamos prácticamente de noche.

-Una vez puestos en la obra, ¿cuáles fueron las mayores dificultades?
-En primer lugar los accesos. Estos suponen un gran inconveniente ya que es difícil subir contra corriente embarcaciones de motor y maniobrar con ellas y con el material necesario. El problema se solucionó gracias a la magnífica colaboración del Centro Aragonés de Espeleología, cuyos miembros hubieron de descender «a rappel» por una de las pilastras
del puente de Piedra llevando consigo la imagen de la Virgen, es decir 150 kilos de plomo, en un volumen muy reducido y difícil de manejar. Asimismo es de agradecer el apoyo de la Cruz Roja de la Juventud, que en todo momento estuvo a nuestro lado.

-¿Y una vez en el agua?
-Una vez abajo el principal problema fue la falta de visibilidad que hay en el lugar. Trabajamos en completa oscuridad. A partir de metro y medio no se aprecia ni la claridad del día. Y no vale la pena ni llevar lámpara porque no se ve ni a diez centímetros.

-¿Tan grande es la suciedad que hay en el pozo?
-Impresionante. El Ebro, a su paso por Zaragoza, y especialmente en este lugar, es un foco supercontaminado, maloliente y pestilente. Después de la inmersión previa yo padecí una infección en el oído.

-Ríos subterráneos, brazos que llegan hasta el mar, el famoso autobús… ¿qué hay exactamente en el pozo de San Lázaro?
-Precisamente por la enorme oscuridad antes comentada no se puede saber todavía qué hay con precisión. Nosotros tratamos de evitar el autobús y no lo encontramos. Luego, en el fondo, hallamos enormes bloques de piedra, árboles y en el suelo canto rodado. Pero insisto en que no se puede saber exactamente qué hay. Sería necesaria una exploración total de la zona.

-¿A qué profundidad tocaron fondo?
-En la inmersión previa a quince metros. El domingo nos debimos desviar un poco y encontramos dieciocho.

-¿Hallaron torbellinos, corrientes subterráneas?
-En superficie hay corriente fuerte. Abajo hay algún remolino pero sin demasiada fuerza.

-¿Fue trabajoso bajar la imagen hasta tanta profundidad?
-Lo difícil es acompañarla, ya que se calcularon unos globos de elevación de 175 kilos, pero todavía fueron insuficientes.

-¿Dónde se colocó la Virgen?
-En principio pensamos sujetarla con clavijas o cables de acero a alguna roca, pero luego hallamos un lugar idóneo que hacía innecesaria esta operación. Se trata de una auténtica chimenea formada por dos enormes bloques de piedra rectangulares de unos cinco metros de altura. Los bloques forman un estrecho pasillo de un metro escaso de anchura. Ahí está la Virgen.

-¿Qué se siente al estar maniobrando a 18 metros de profundidad aprisionado entre estos bloques?
-Nervios, qué duda cabe, y muchos nervios también cuando comienza la inmersión. Es el momento más delicado. Al fin y al cabo es algo así como un viaje a lo desconocido. No sabe uno si va a encontrar un sifón o una fuerte corriente. Luego, cuando se bajan, doce, catorce, dieciséis metros, y no se encuentra fondo entra un desasosiego. Al fin, tocas algo, pero en aquella oscuridad no sabes qué es.

-¿Va a quedar algo en recuerdo de su hazaña?
-Sí, dejamos una boya de plástico, que la próxima semana cambiaremos por una metálica y que quedará de forma permanente.
Atada a la boya, en el fondo, se encuentra la imagen.

-¿Hay proyectos de bajar de nuevo?

-Así es, cada año, el 19 de octubre bajaremos a depositar un ramo de flores a la Virgen del Pilar."

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